Las fresas son una de las frutas de temporada más deseadas y apreciadas por la mayoría de las personas. Se trata de una fruta roja y jugosa que el simple hecho de con pensar en ella nos hace, a la mayoría, la boca agua; nos retrotrae a la infancia y nos pinta una sonrisa en la cara y el pensamiento de color rosa.
No todo el mundo sabe que esta delicia tiene un origen fascinante que se remonta a los bosques de Eurasia y América del Norte. Sus orígenes se sitúan en torno al siglo XVII, cuando las variedades silvestres de fresas comenzaron a ser cultivadas para su consumo.
Desde su origen en Persia, la fresa ha viajado a través de la Ruta de la Seda, llegando a Europa en el siglo XV. Fue en Francia donde esta deliciosa fruta encontró su hogar, convirtiéndose en un símbolo de la realeza y la elegancia. De hecho, la famosa reina francesa María Antonieta era una gran amante de las fresas y las cultivaba en su jardín privado en el Palacio de Versalles.
Pero la expansión de la fresa no se limitó solo a Europa. Durante la época de la colonización, los europeos llevaron las fresas a América del Norte, donde se adaptaron perfectamente al clima y se convirtieron rápidamente en un cultivo popular. En Estados Unidos, las fresas se cultivan principalmente en California y Florida, donde el clima cálido favorece su crecimiento.
Según los historiadores, las fresas se han cultivado desde la edad de piedra, pero fue con el descubrimiento de América que comenzaron a ser conocidas en otras partes del mundo. Los colonizadores europeos quedaron impresionados con la belleza y el sabor de esta fruta y la llevaron de vuelta a sus tierras natales.
La fresa ha sido considerada durante mucho tiempo como un símbolo de amor y belleza. Incluso en la antigua Roma, se creía que esta fruta estaba asociada con la diosa del amor, Venus. En la época renacentista, las fresas se utilizaban en los banquetes de las clases altas para simbolizar la pasión y el amor.
Ingredientes
- Fresas (de temporada o congeladas) ............750 gramos
- Nata líquida para montar (sin azúcar) .........1 litro
- Gelatina neutra ............................................ 20 gramos (10 láminas)
- Edulcorante artificial (Eritritiol) ................... 3 chucharadas soperas
Elaboración
- Caso de utilizar fresas de temporada, lavarlas y retirar las hojas y pedúnculos. Triturar hasta hacer una especie de puré de consistencia fluida y sin grumos.
- Poner a calentar la nata en un recipiente apropiado con el edulcorante y remover sin dejar que alcance a hervir.
- Incorporar el puré de fresas, remover hasta que se incorpore todo.
Incorporar las láminas de gelatina previamente hidratadas durante 5-10 minutos y remover hasta su incorporación a la nata.
(En mi caso, con las 10 láminas de gelatina y tras dejar reposar cerca de 24 horas en frigorífico, la consistencia ha sido algo mayor de la de un flan. Quizás sería necesario hacer pruebas hasta alcanzar la proporción exacta de gelatina y líquidos)
- Retirar del fuego, verter sobre un molde del tamaño adecuado, dejar atemperar y enfriar varias horas después en la nevera (yo lo he dejado de un día para otro).
- Para servirlo, se puede espolvorear por encima un poco de chocolate negro puro rallado
Nota: Esta elaboración es una base sobre la que caben muchas variantes, desde aromatizar con vainilla, utilizar cacao o añadir trozos de fresa confitada en el fondo del molde a mezclar queso mascarpone, como en el caso de la receta de la pannacotta italiana tradicional de queso.
La imaginación y el gusto de cada cual es lo que predomina y manda.